Lunes 20 de noviembre de 2023
Espacio Cultural CajaCanarias de
Santa Cruz de Tenerife
Plaza del Patriotismo, 1
Santa Cruz de Tenerife
19:00 h.
104 minutos
Entrada: gratuita hasta completar aforo
V.O.S.E.
Contra el imperio de la droga
El pasado 9 de agosto de 2023 falleció uno de los cineastas más importantes de aquellos que eclosionaron entre finales de los años 60 y primeros 70 del siglo XX. En un entorno tan anárquico para la industria del séptimo arte como el del citado periodo, precedido por el colapso y caída del sistema de los grandes estudios y con la llegada del “Nuevo Hollywood” (esa industria liderada por jóvenes talentos a la producción, dirección y a la escritura de guion), una excepcional generación de cineastas tomó forma. El fracaso de Cleopatra (EE. UU., 1963), de Joseph L. Mankiewicz, que casi coloca a 20th Century Fox en bancarrota, preludia la catástrofe. La caída del Código Hays o la férrea censura instaurada en el cine desde finales de los años 30 abre una caja de pandora en cuanto a contenidos y tono de las películas, mientras que los últimos magnates de la industria, como Daryl Zanuck o Jack Warner, van desapareciendo y entran en escena jóvenes productores, como John Calley en Warner Bros., Bert Schneider en Columbia Pictures, o Michael Gruskoff en Universal Pictures, más receptivos a la realidad social de su tiempo y con mayor conexión con el público de entonces, especialmente el más joven. La lucha por los derechos civiles, las protestas contra la guerra de Vietnam o el asesinato de varios líderes de la nación van desencantando a una sociedad estadounidense que ya no quiere ir al cine a ver “lo de siempre”. Quiere contenidos más reivindicativos y una revisión de los géneros que desmonte los mitos y conciba antihéroes. En este momento, filmes como Bonnie & Clyde (EE. UU., 1967), de Arthur Penn; El Graduado (The Graduate, EE. UU., 1967), de Mike Nichols; o Buscando mi destino (Easy Ryder, EE. UU., 1969), de Dennis Hopper, revientan las taquillas.
En ese contexto social, particularmente fértil para la libertad creativa, un grupo de jóvenes cineastas que adoran el cine clásico y el coetáneo, el europeo y el asiático, que de alguna manera lo han estudiado en profundidad en universidades o por su cuenta (muchos de ellos han sido críticos de cine), emergen durante esos años únicos en la historia del cine estadounidense. Pertenecen a esta generación realizadores como Francis Ford Coppola, Peter Bogdanovich, Steven Spielberg, Brian de Palma, Martin Scorsese, Paul Schrader, John Milius, Walter Hill y, por supuesto, William Friedkin, junto a Coppola, el mayor de todos ellos. Nacido en 1935 en Chicago, Friedkin entró en la escena con un documental titulado The People Vs. Paul Crump (EE. UU., 1962), acerca de un joven afroamericano condenado a muerte en una prisión de estado de Illinois. El impacto de este documento audiovisual logró que el gobernador de ese estado indultase al joven que esperaba en el corredor de la muerte su implacable sentencia. Tras una serie de filmes de arte y ensayo que pasaron bastante desapercibidos, su gran oportunidad llegó con el largometraje que emite la Fundación CajaCanarias el próximo 20 de noviembre de 2023, a partir de las 19.00 horas. Contra el Imperio de la Droga revolucionó el cine policíaco (que había surgido en la década de los 60 como una escisión del llamado cine negro) y lo cambió para siempre. Cierto es que la década de los 60 fue rotundamente fructífera, con filmes como A Quemarropa (Point Blank, EE. UU., 1967), de John Boorman, o los dos largometrajes de Don Siegel, Código del Hampa (The Killers, EE. UU., 1964), y Brigada Homicida (Madigan, EE. UU., 1968), que apuntalaron y marcaron el territorio policíaco y el thriller aquellos años. Bullit (EE.UU., 1968), de Peter Yates, con un lacónico Steve McQueen, fue un filme revolucionario en las persecuciones automovilísticas. La gran novedad que aportó este modélico filme fue colocar las cámaras en el interior de los vehículos, acción ésta que involucraba al espectador en las secuencias de acción como nunca había sucedido previamente. Friedkin fue un paso más allá en 1971. Incluyó un estilo documental adquirido en sus años en la televisión estadounidense. Utilizó localizaciones sucias, corruptas y anti glamurosas. En su persecución automovilística, se está a punto más de una vez de atropellar a gente inocente. William Friedkin creó a un agente de policía, “Popeye” Doyle, antipático, gruñón, implacable, vicioso, que avasalla a los sospechosos, confidentes y otros compañeros policías y que dispara por la espalda a los delincuentes que persigue. Los rasgos de este ordinario personaje fueron los del emergente Gene Hackman. Las carreras del actor y del realizador pasaron directamente a la estratosfera. Un éxito de público rotundo, cinco premios Óscar y un reconocimiento crítico consensuado constituyen el balance global de este mítico filme, que contiene una de las persecuciones más electrizantes del cine estadounidense.
La carrera de Friedkin todavía saltaría un grado más arriba en otro género bien diferente, el del terror con El Exorcista (The Exorcist, EE. UU., 1973). Uno de los filmes más taquilleros de la historia del cine. Su carrera seguiría con filmes importantes como Carga Maldita (Sorcerer, EE. UU., 1977), remake del filme francés El Salario del miedo (Le salaire de la peur, Francia, 1953), de Henry Georges Clouzot; A la Caza (The Cruiser, EE. UU., 1980); Vivir y Morir en Los Ángeles (To Live and die in LA, EE. UU., 1984); o Killer Joe (EE. UU., 2011). Pero nunca volvería a tocar el cielo del box office como en los reivindicativos y crepusculares años 70, década en la que dirigió el largometraje que protagoniza esta sesión especial de homenaje en la Filmoteca CajaCanarias.