La Fundación CajaCanarias inaugura la muestra Cristino de Vera. El pintor del silencio en París

La Fundación CajaCanarias inaugura la muestra Cristino de Vera. El pintor del silencio en París

INAUGURACIÓN EXPOSICIÓN CRISTINO DE VERA

– La exposición, organizada junto a la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias y el Instituto Cervantes, permitirá conocer la poética silenciosa que domina la obra de Cristino de Vera a través de una selección de 35 obras, entre pinturas y dibujos, realizadas entre 1957 y 2004.

Cristino de Vera. El pintor del silencio podrá visitarse hasta el próximo 10 de enero en la sala de exposiciones del Instituto Cervantes de París, y estará abierta al público de martes a jueves, de 10:00 a 20:00 horas, así como viernes y sábados, de 9:30 a 14:30 horas. Toda la información se encuentra disponible en www.cajacanarias.com

La Fundación CajaCanarias, la Fundación Cristino de Vera – Espacio Cultural CajaCanarias y el Instituto Cervantes han presentado hoy jueves, 3 de octubre, la exposición Cristino de Vera. El pintor del silencio, en la sala de exposiciones del Instituto Cervantes de París (7, Rue Quentin Bauchart). Comisariada por Juan Manuel Bonet, la muestra está conformada por una selección de 35 obras, entre pinturas y dibujos, además de material biográfico del artista, realizadas entre 1957 y 2004, lo cual permitirá al visitante conocer la poética silenciosa que embarga el trabajo de uno de los creadores más relevantes de la historia del arte español de la segunda mitad del siglo XX. Esta muestra internacional podrá visitarse hasta el próximo 10 de enero de 2025. El horario se establece de martes a jueves, de 10:00 a 20:00 horas, así como viernes y sábados, de 9:30 a 14:30 horas, con entrada libre hasta completar aforo. Toda la información se encuentra disponible a través de www.cajacanarias.com .

La rueda de prensa contó con la presencia de Aurora Ciriza, esposa de Cristino de Vera; José María Martínez, director del Instituto Cervantes de París; Juan Manuel Bonet, comisario de la exposición; y Margarita Ramos, presidenta de la Fundación CajaCanarias y la Fundación Cristino de Vera, quien explicó que esta muestra se inscribe en las líneas de actuación en relación con la puesta en valor y nuestro compromiso con la cultura y la difusión del arte canario, además del anhelo en establecer nuevos lazos de colaboración con instituciones afines, como es, en este caso, el Instituto Cervantes de París, favoreciendo el intercambio de ideas y conocimientos. El trabajo de Cristino de Vera -prosiguió Ramos-, se encuentra relacionado con los sentimientos más profundos del ser humano, que representa a través de pequeñas pinceladas y su particular iconografía de velas, cráneos o tazas, objetos donde se halla la esencia de su pintura, la luz. Todo ello convierte a Cristino de Vera en uno de los pintores más singulares del arte contemporáneo, un artista cuyo ascetismo se vuelve inconfundible y hace de su obra un territorio plástico en verdad único.

Esta exposición es la primera de las grandes muestras que vamos a albergar a lo largo del presente curso, confirmó José María Martínez, máximo responsable del Instituto Cervantes de la capital gala, y esto es posible -añadió- por la inmensa generosidad y el gran trabajo de la Fundación CajaCanarias y la Fundación Cristino de Vera. Por ese motivo, y porque estamos ante un pintor esencial en todo el sentido del término, el Instituto Cervantes ha decidido establecer un período de visita superior al habitual, fijando como fecha de clausura el próximo 10 de enero de 2025. Aurora Ciriza, esposa del artista, transmitió, emocionada, el agradecimiento de Cristino de Vera a las instituciones y personas implicadas en la conformación de esta muestra, que permite su regreso a una de sus ciudades más amadas, tras exponer, en 1973, en la ya clausurada Galerie Suillerot, ubicada precisamente en el distrito VIII de la ciudad, donde hoy también podrá ser contemplado, medio siglo después.

Finalmente, Juan Manuel Bonet, tras realizar un minucioso recorrido sobre los inicios artísticos y las principales figuras pictóricas que alimentan el núcleo de su particular estilo, señaló la importancia e influencia de la obra de Zurbarán en Cristino, que se refleja también en otros autores como pueden ser Tàpies, Rothko, Clyfford Still o Gonzalo Chillida. Pintor de la luz y del silencio, practica el arte de la repetición, del asedio, de la variación sobre unos pocos motivos, y su obra cristalina posee un intenso sustrato espiritual, espacio donde se entrelaza con otros autores como Morandi, Fernández o Xavier Valls. Resaltó igualmente la ilusión que supone para Cristino volver a París, una ciudad esencial en su formación, ya que estuvo aquí en 1962 gracias a la beca de la Fundación Juan March, una institución muy importante para el impulso de grandes creadores españoles.

La exposición

Cristino de Vera. El pintor del silencio es la segunda individual parisina de Cristino de Vera (Santa Cruz de Tenerife, 1931), un solitario del arte que, gracias a una beca de la Fundación Juan March, visitó París en el año 1962, además de otros países europeos. Once años después de aquel viaje, en 1973, el artista exponía de manera individual en la Ciudad de la Luz, en la Galería Suillerot. Así, París vuelve a acoger, cinco décadas después, las obras de Cristino de Vera. La retrospectiva reúne una cuidada selección de 35 pinturas y dibujos del artista tinerfeño, obras realizadas en un amplio marco temporal que abarca desde 1957 hasta 2004, además de una selección bibliográfica y fotografías personales que posibilitarán al visitante adentrarse en la poética silenciosa que embarga su trabajo artístico. Esta muestra se nutre de las dos colecciones más importantes de las piezas del artista en Canarias: la Fundación CajaCanarias y la Fundación Cristino de Vera, fruto de la generosidad del pintor tinerfeño hacia estas instituciones, además de piezas pertenecientes a colecciones particulares.

La exposición nos transportará a los comienzos de su carrera artística con obras como Mujer con libro (1957), en la que se advierte el impacto sobre el pintor veinteañero del ejemplo de Zurbarán, que siempre iba a constituir una escala obligada en sus visitas al Prado. Igualmente, podremos disfrutar de su habilidad para retratar el paisaje castellano, así como de su tierra natal. La narrativa artística de Cristino de Vera abarca más allá de los paisajes, destacando como agudo retratista, como se evidencian algunas de las obras que pueden contemplarse en el espacio expositivo parisino. Sin embargo, es en los bodegones donde el artista despliega su verdadero corazón creativo. Varios de ellos, clasificados como vanitas, le han otorgado merecida fama, siendo incluido por Fernando Huici en la colectiva madrileña Postrimerías en 1996. Sobre mesas con manteles de lino, sus obras presentan una danza geométrica de cráneos, canastas, cestillos con flores, jarras, cuencos o velas, formando composiciones que reflejan la tradición española de maestros como Zurbarán, Luis Fernández, Juan Sánchez Cotán y Juan Gris.

La temática de la muerte permea la obra de Cristino de Vera, influenciada por el universo negro de Solana y Brueghel. Los cráneos, mayormente humanos, transmiten un sentimiento de la breve existencia, mientras que los cementerios ilustran su fascinación por este aspecto inevitable de la vida. Cráneo y Toledo y Dos cráneos pueden contemplarse en esta individual francesa del tinerfeño.

Esta exposición también permitirá al público apreciar la maestría de Cristino de Vera en su habilidad para manejar la luz. Su técnica meticulosa modela las superficies del lienzo, definiendo con detalle luces, paredes y estructuras arquitectónicas. Sobre las velas que pueblan algunas de sus obras más sublimes se han escrito elogios de la mano de su colega Sánchez Robayna, comparándolas con las de artistas como Georges de La Tour, Luis Fernández y Gerhard Richter.

Junto a los lienzos, la muestra presenta un conjunto de dibujos en tinta china realizados con espíritu de geometría y el inconfundible trazo fino del tinerfeño.

La exposición Cristino de Vera. El pintor del silencio es una oportunidad única para profundizar en un artista polifacético cuya obra, impregnada de emotividad y minimalismo, se enraíza en la rica tradición artística española.

Cristino de Vera

Cristino de Vera nació en Santa Cruz de Tenerife el 15 de diciembre de 1931. Formado en la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad natal, donde le influyó poderosamente Mariano de Cossío, miembro de una ilustre saga cántabra, y adepto, en la preguerra, al realismo mágico, Cristino de Vera dejó atrás, al decidirse por la pintura, una primera vocación de marino.

En 1951 viajó a Madrid, donde prosiguió su formación en el taller de Daniel Vázquez Díaz, y en San Fernando. Por su maestro conocería a Adriano del Valle, prologuista de su individual de 1956 en la Galería Alfil. Con el tiempo, otros poetas (entre ellos Gerardo Diego, José Hierro, Carlos Edmundo de Ory, Ángel Crespo, Manuel Padorno, Carlos Oroza, José-Miguel Ullán, Lázaro Santana, Andrés Sánchez Robayna o Enrique Andrés Ruiz) escribirían sobre él.

La primera exposición colectiva en la que participa Cristino de Vera fue en la Galería Xagra en 1952 y la primera individual data de 1954 en la Galería Estilo. A partir de entonces, su obra ha sido objeto de la crítica más especializada del país, que ha coincidido en resaltar los valores profundamente espirituales de su pintura.

En 1960 fue merecedor del Premio de la Fundación Juan March y en 1962, gracias a una beca de la misma institución, con la que viaja por Italia, Francia, Bélgica y Holanda. Tuvo también la oportunidad de recorrer la península, enamorándose de los paisajes de Castilla que tan bien refleja en sus lienzos.

Su primera exposición antológica se celebró en Canarias en 1971, y fue organizada por la Caja General de Ahorros de Canarias, entidad que ha hecho realidad el sueño de Cristino de Vera, tener un lugar en su isla natal donde preservar su obra y cuidar su huella, la Fundación Cristino de Vera – Espacio Cultural CajaCanarias.

Su inmejorable carrera artística le hace merecedor de ocupar un capítulo en la Historia del Arte contemporáneo español, así como el reconocimiento oficial y múltiples galardones, Medalla de Oro de Canarias 1996, Premio Nacional de Artes Plásticas 1998, Medalla de Oro a las Bellas Artes 2002, Premio Canarias de Bellas Artes e Interpretación 2005.

Entre las exposiciones que jalonan la carrera de Cristino de Vera, que en 1998 obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas, en 2002 la Medalla de Oro a las Bellas Artes, y en 2005 el Premio Canarias, hay que mencionar las celebradas en el Ateneo de Madrid (1959), las Salas de la Dirección General de Bellas Artes (1964), el MEAC (1995), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (1996), el CAAM de Las Palmas (1996), el MIAC de Lanzarote (2001), el Museo Arqueológico Nacional (2001), la Abadía de Silos (2002, dentro de un programa pilotado por el Reina Sofía), el IVAM de Valencia (2005), y la sede madrileña de CaixaForum (2018). Exposiciones a las que naturalmente hay que sumar las varias que le han sido dedicadas en su isla natal.

Su obra se encuentra presente en las colecciones de arte de diversos museos, entre ellos, el Reina Sofía, el Museo Municipal de Arte Contemporáneo de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo, el Museo del Monasterio de Silos, el Instituto Valenciano de Arte Moderno, la Fundación César Manrique, el Museo Internacional de Arte Contemporáneo, el Centro Atlántico de Arte Moderno, el Tenerife Espacio de las Artes y el Museo Municipal de Bellas Artes de Tenerife.

Pintor que escribe, lo principal de su producción en ese campo queda recogido en su libro La palabra en el lienzo (2006), editado por CajaCanarias.

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