Del 15 de noviembre al 10 de diciembre de 2022
Espacio Cultural CajaCanarias
de La Laguna
Plaza del Adelantado, 3
San Cristóbal de La Laguna
De lunes a sábado de 10:00 a 13:30 h.
Miércoles, jueves y viernes de 17:30 a 20:00 h.
Domingos y festivos cerrado.
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Ubicación: ver mapa
El angustioso arte de capturar lo ingobernable
La hipnótica lava. El fuego que deslumbra. Que destruye. Que nos grita. Nos aúlla lo pequeños que somos, lo inconmensurable que es la naturaleza que nos empeñamos en no respetar. El volcán que abre su boca, que con sus ardientes fauces nos aturde para que no nos olvidemos de lo que somos. Animales racionales empeñados de manera ridícula no solo en sobrevivir, sino en dominarlo todo. Incluso lo que es ingobernable.
Pero ¿por qué construyen casas en zona volcánica? Era la pregunta incrédula y crítica que resonaba a miles de kilómetros de distancia en redes sociales, en bares, en charlas de ascensor.
Las entrañas de las islas son magmáticas. Al igual que los conejeros moldearon con sus agrietadas y fuertes manos el oscuro rofe de La Geria para plantar viñas y dar a luz un vino único en el mundo, los palmeros construyeron sus hogares en la tierra que los vio nacer, que les sigue dando abrigo, que sigue siendo generosa, a pesar de que haya rugido enfadada para demostrar que sigue viva, que no está domesticada. Que sigue siendo ingobernable.
El 19 de septiembre de 2021, el alma de las mujeres y hombres de la Isla Bonita se rajó. Cuando la lava se abrió paso, se fue fraguando también su dolorosa herida. El ruido nocturno. La ceniza irrespirable. El temblor de los objetos. El color rojo que anuncia más destrucción. Las prisas de la huida. Los recuerdos que se desbordan en una caja. Los hogares enterrados. Los negocios que se cierran. Las vidas que se paran.
Todo ello, envuelto por una incontrolable fascinación ante la angustiosa belleza de un acontecimiento científico que se convirtió en fenómeno internacional, ocupando portadas de periódicos y abriendo informativos de todo el mundo. La comunidad científica se volcó con La Palma. Expertos de diversas ramas tuvieron que abrirse paso entre los curiosos visitantes venidos de todas partes, ansiosos de ser testigos de una experiencia única.
Para quienes no pudieron ir, para quienes fueron prudentes o temerosos ante la emergencia y para quienes tuvieron que comerse las ganas de ver en pleno siglo XXI un volcán en erupción, allí estuvieron quienes nunca faltan. Operadores de cámara y fotógrafos de primer nivel. Maestros del objetivo que se convierten en nuestros ojos, superando cualquier distancia.
Entre ellos, Arturo Rodríguez. Un palmero que hizo de tripas corazón, pues su larga trayectoria le susurraba al oído que estaba ante un evento único que no podía dejar de inmortalizar. Un estallido terrenal hermoso, causante de esa belleza perturbadora que solo aporta la naturaleza en su gran apogeo, en plena destrucción. La destrucción de su isla. De las casas de su gente. De su infancia.
Pero Arturo no tembló. Disparó su objetivo y capturó a ese volcán todavía sin nombre, de manera tan certera que llegó a la portada de una revista tan exigente con la calidad visual de sus contenidos como National Geographic.
Ochenta y cinco días después, el volcán nos dio una tregua y se durmió.
Ahora es el momento de la reconstrucción, de sanar las heridas y revolver entre las cenizas para encontrar nuevas oportunidades.
Ahora es el momento de volver a mirar con el corazón encogido el despertar de un volcán que conforma la esencia isleña.
Ahora es el momento de dejarse hechizar de nuevo por esa lava ardiente que, en lugar de abrasar a los palmeros y palmeras, les alumbró para encontrar en la oscuridad más motivos para resistir.
Ahora es el momento de disfrutar de nuestra pequeña victoria, la de ver a esa naturaleza ingobernable atrapada con maestría por las instantáneas de Arturo Rodríguez.
Ainhoa Reguera Plaza
Santa Cruz de La Palma, 1977. Cofundador del periódico de información universitaria El Siglo XXI, de donde pasó a colaborador esporádico de algunos periódicos locales y de la agencia EFE en Canarias. En 2005 comenzó a colaborar con Reuters y poco después, durante la primera gran crisis migratoria de Canarias (2006), empieza como colaborador fijo en el archipiélago para The Associated Press, donde trabajó durante los siguientes años en Canarias, Madrid y Tailandia.
Una vez en el sudeste asiático decide convertirse en freelance hasta hoy. Entre sus clientes más importantes destacan National Geographic, Paris Match o El País.
Entre más de una veintena de reconocimientos internacionales y nacionales recibidos, destacan: dos premios World Press Photo, un Best Of Photojournalism, otorgado por National Press Photographers of America y un Picture of the Year, POYi.
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