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Ciclo: La madurez de Akira Kurosawa

LA MADUREZ DE AKIRA KUROSAWA

La Fundación CajaCanarias propone, para el presente mes de febrero, un ciclo dedicado, en esta ocasión, al realizador, guionista y productor Akira Kurosawa, el más internacional de los cineastas japoneses. De este modo, los días 19 y 26 se proyectarán, respectivamente, dos obras esenciales de su filmografía: Kagemusha, La Sombra de un guerrero (1980) y Ran (1985). Estos dos largometrajes certifican la inmensa capacidad creativa de un cineasta que rebasaba los 70 años en el momento de acometer ambas historias.

Kurosawa comenzó su andadura en los años 30 del siglo XX. Su hermano mayor, Heigo, era un narrador de películas mudas, profesión que cayó en desgracia cuando el cine silente llegó a su fin. En 1935, el joven Akira entraría en un programa de formación para aprendices a directores, impulsado por la famosa productora Tōhō Co., Ltd. El cine japonés siempre ha sido enormemente productivo desde que aparecieron los cámaras enviados por los hermanos Lumière a comienzos del referido siglo. En consecuencia, la industria en el país nipón constituía todo un campo de oportunidades que el joven cineasta supo aprovechar. Su película Rashomon (Japón, 1950), sin ir más lejos, colocó a la cinematografía de Japón en el mapa de occidente al obtener el León de Oro en la Mostra de Venecia del citado año. A partir de ese primer reconocimiento internacional, la combinación entre la idiosincrasia de su país y los temas y adaptaciones que aborda en sus películas otorgan a su cine esa universalidad que ha propiciado nuevas versiones de sus historias en otras filmografías, especialmente en EE. UU. Sin irm más lejos, el mismísimo Steven Spielberg, protagonista del ciclo precedente de la Filmoteca CajaCanarias, llegó a referirse a Kurosawa como “El Shakespeare del Cine”.

Cuando en 1990 Akira, a sus 80 años, recibió, de la mano de George Lucas y Francis Ford Coppola, el Óscar honorífico por toda su carrera, llegó a prometer seguir trabajando para hacerse merecedor de tan distinguido premio y, así, realizó tres películas más antes de su fallecimiento, acaecido ocho años después. Su legado fílmico ha servido de carta de navegación para varias generaciones de cineastas, desde Bernardo Bertolucci o Sergio Leone a Quentin Tarantino o Brian Singer, pasando por Martin Scorsese y John Milius.